Según
estudios realizados, las razones por las que los niños abandonan la
práctica del deporte son, entre otros el conflicto de intereses entre
las exigencias del deporte y otras actividades interesantes para ellos,
la inconstancia propia de la edad por la que se apasionan temporalmente
por una cosa y le olvidan después. Sin embargo, también, por el
carácter demasiado serio del entrenamiento, por el lugar preponderante
de la competición en el conjunto de la actividad deportiva, por las
relaciones conflictivas con el entrenador y por no soportar la presión a
que se le somete. Y aquello más lamentable es que, a veces, son los
padres los que, sin quererlo, presionan a los hijos pequeños para que
tengan que ganar y se obliguen a ser los mejores y se sientan muy mal si
no pueden hacerlo.
Por
todo esto, cuando se trata de deporte infantil, no se pueden marcar
como objetivos el de educar para el deporte ni el de hacer deportistas
de élite. Sino, al contrario hay que aprovechar el que tiene de positiva
esta actividad para educar, y propiciar que los niños y niñas se formen
como personas que, en un porcentaje muy alto, no llegarán a ser
deportistas profesionales y que, como mucho, podrán seguir a lo largo de
la vida utilizando el deporte para su distracción, favorecimiento de
relaciones personales y mantenimiento de una forma física y mental.
Las
madres y les paras tienen un papel muy importante en relación a la
práctica del deporte de sus hijos e hijas, como responsables primeros
que son de su educación. Como cada actividad de los pequeños, es
necesario que los padres sepan qué es lo que
pretenden facilitándoles a sus hijos la actividad deportiva, si quieren
que sea un elemento más en su educación o que les complique la vida y
dificulte su crecimiento como personas.
Si
después de reflexionar se percatan que desean que el deporte ayude sus
hijos en su educación física, emocional y de relaciones, deberán tratar
de hablar con ellos cuando ganan y cuando pierden, cuando los ponen en
el primer equipo y cuando los tienen sentados de suplentes, cuando
marcan un gol o cuando no les han pasado el
balón... E ir ensenñándoles la necesidad de ganar para saber perder y
perder para saber ganar, y que aquello más importante no es ni ganar ni
perder sino jugar y pasarlo bien. E ir dando herrajes personales para
que aprendan a no sentirse humillados cuando pierden, fallan
un tiro o se dejan marcar un gol; aceptar las decisiones del árbitro,
aunque sean injustas porque el juego es el juego y tiene reglas; o
sentir que el entrenador no los tiene tan bien considerados, o de igual
manera, que se tienen ellos a ellos mismos... Y no solo hablar el padre
o la madre sino ayudar a los pequeños a que cuenten lo que piensan y
sienten en estas ocasiones, con la que cosa la actividad deportiva
servirá para que aprendan a conocerse ellos mismos, y expresar sus
sentimientos y sus emociones.
Teniendo
en cuenta lol que he expuesto antes, la práctica del deporte de los
niños y niñas les valdrá como un elemento positivo en su formación y
crecimiento personal, siendo una parte más de su
educación, que los ayudará a conseguir un estilo de vida saludable, una
mejora en la motricidad, el aprendizaje del trabajo en equipo y de las
relaciones interpersonales, el aumento de la motivación y la
perseverancia, etc. Y, finalmente, sirviendo también como prevención
individual y colectiva de muchos de los problemas que en los últimos
años van surgiendo al llegar a la adolescencia o la juventud y que solo
se pueden resolver de forma satisfactoria para la sociedad y las
familias antes de que salgan, con la educación cotidiana de los más
pequeños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario