lunes, 19 de marzo de 2007

SER MÚSICOS PROFESIONALES O APRENDER A AMAR LA MÚSICA


No ningún duda que la educación musical juega un papel fundamental en la formación integral del individuo, ampliando su percepción general, visual y auditiva, favoreciendo el aprendizaje y la vivencia de las emociones, el desarrollo físico y la capacidad creadora. Por eso ha sido un gran acierto introducir la música a la escuela, acercando el hecho musical a todas las niñas y niños, con el objetivo de desarrollar sus capacidades, sus conocimientos, hábitos y habilidades, permitiéndoles que tengan una valoración del mundo musical a partir de la experiencia directa. Con el canto, los ritmos, la expresión corporal, la creación, la apreciación y el análisis de obras musicales o la ejecución de instrumentos sencillos de fácil manejo que les posibilita hacer música de una manera viva y creadora.

Pero no es de la música a la educación infantil, primaria o secundaria del que quería hablar ahora mismo, sino de la otra vertiente de la educación musical, que es la enseñanza/aprendizaje de un instrumento, lo que aquí a nuestras comarcas se ha hecho desde siempre a las escuelas de educandos de las bandas. Los niños se ponían en la cola por decir la lección de solfa y aprendían a tocar la trompeta, el clarinete o la caja de algún de los músicos que tocaban en la banda, en un aprendizaje muy directo, quizá "técnicamente inadecuado" o "poco pedagógico" pero en un contacto personal del maestro y el alumno. Y con un objetivo que estaba muy claro: aprender a tocar el instrumento para entrar en la banda, objetivo que acababa cumpliéndose.

Ahora mismo el profesorado está técnicamente más preparado, tiene título de algún conservatorio y se dedica profesionalmente o semi-profesionalmente a la musica. Pero en muchas ocasiones está muy lejos de facilitar aquel contacto maestro-alumno directo, positivo y facilitador del aprendizaje, perdiendo también la visión global o el objetivo final del aprendizaje de la música y del inicio del contacto con un instrumento.

Cuando un niño o niña de 8, 9 o 10 años empieza a ir a la escuela de educandos -ahora escuela de música- tiene un interés al empezar a aprender a tocar un instrumento -o quizá le tenga su padre o su madre, que tampoco es un mal principio-. En esta sociedad que nos toca vivir, cualquier alternativa a la ocupación consumista del tiempo se debe ver como positiva, y el aprendizaje de la música lo es. Encontrar tiempo por empezar con la música quizá ya sea un éxito personal, familiar y social.

El objetivo inicial debería ser introducir el alumno/a en el lenguaje musical, en la técnica del instrumento y en el gusto de escuchar, tocar y hacer música solo y en compañía... Pero ahora mismo, en las escuelas de música y a los primeros niveles de los conservatorios -que sería la mismo- da la impresión que tienen como objetivo formar músicos profesionales... Sin pensar que la gran mayoría de alumnos/educandos no van a ser nunca jamás músicos profesionales, a Dios gracias.

Este objetivo oculto de formar futuros músicos profesionales, que no está formulado en ningún de lugar como tal, complica en gran medida los primeros estadios del aprendizaje. La motivación fundamental, que debería ser pasarlo bien aprendiz música y aprendiz a tocar un instrumento, es soterraña muchas veces con exigencias pedagógicamente imposibles. Porque si es importante aprobar cursos y cursos de música-LOGSE, más importante es encontrarle el gusto y tener la necesidad de tocar.

Cualquier niña o niño que está empezando a tocar solo o en una orquesta no debe tener en su mente si se volverá profesional, ni tampoco sus maestros en la escuela de música. Deberían facilitarle que aprenda a expresarse por medio de la música y le deberían facilitar los momentos y las posibilidades de hacerlo toda la vida. Si viene el caso y lo va escogiendo poco a poco y en su momento, algún aficionado quizá se plantee lanzarse a los estudios y al mundo de la música profesional, como podrá decidir entrar en una facultad de medicina o en un ciclo formativo de electrónica. Pero si ha tenido un buen aprendizaje, la relación con su instrumento, el deseo y las ganas de tocar solo, en la orquesta, en la banda o a la charanga no la abandonará en toda su vida.

Es por esto que los maestros de las escuelas de educandos -o ahora escuelas de música- deberían conseguir que la afición de los pequeños por el instrumento y por la música fuera aumentando poco a poco, reforzándoles positivamente los pequeños adelantos que van teniendo y no desanimarlos progresivamente, como algunos hacen con la excusa que ser músico es muy duro.

Ser músico profesional puede ser duro pero el camino para aprender a amar la música y el instrumento debe ser agradable, facilitando actividades que estimulen su interés, empezando a tocar tonadas sencillas y quizá conocidas y divertidas, solo y en grupo, sin exigir virtuosismo ni perfeccionismo, sino corrección y satisfacción personal.

Así, poco a poco, irán haciéndose músicos que tendrán toda su vida la música y el instrumento como aliados para su crecimiento personal y no músicos frustrados perdidos en el camino de la perfección que no saben ni donde dejaron el instrumento aquel día que se decepcionaron por no poder o no querer ser ni profesionales de esto ni los mejores del mundo.

2 comentarios:

Yolanda Ávila. dijo...

Ah, ¡la música!: qué maravilla.
Mi hija empieza el año que viene 1º de solfeo e instrumento (flauta travesera)y sólo tengo una condición: que disfrute. En el momento en que deje de interesarle o de disfrutar se acabó estudiar música. Me gusta la música y disfruto mucho de ella y no creo que haya que ser un entendido o un profesional para ello. Confío en que mi hija aprenda a disfrutar de la música con el corazón y los sentidos y no con el intelecto y si quiere aprender a tocar un instrumento, adelante: que lo haga un año o el resto de su vida, pero que lo haga con amor.

Saludos, Yolanda Ávila.

Anónimo dijo...

lo que hacen algunos profesores de música con los niños en el conservatorio és denunciable, pués les dejan la autoestima por los suelos, diria que és maltrato psicològico puro y duro.