Me cuenta una
madre de un niño de cerca de cuatro años que ha terminado el primer curso de la
Escuela Infantil (3 años) que fue a la reunión de final de curso y la maestra
les dio un puñado de papeles para los deberes del verano de su hijo. El niño
tenía que hacer el trabajo en los folios, copiando las letras a lo largo y
ancho del verano, con la condición de que “lo
hiciera bien hecho”. Porque la maestra, añadió, no había sido trabajando
todo el curso enseñándoles las letras "para que ahora lo hiciera mal en casa por culpa de los padres".
La madre dudaba
y se debatía entre dos opciones: a) el deseo
de pasar de deberes y dejar que el niño se olvidara de la enseñanza reglada
hasta septiembre y b) el miedo de no
hacerlo y que “le tomara manía” para
el resto de los años de Educación Infantil en que sería su maestra. Mala cosa,
esto del miedo de los padres al profesorado y que merece un artículo entero.
No se ha
demostrado todavía en ningún estudio ni investigación que hacer deberes en casa
aumente el aprendizaje escolar del alumnado. Las niñas y los niños aprenden
cuando ponen en práctica en la realidad de la vida aquello que los han
facilitado en la escuela y no cuando tienen que repetir ejercicios o hacer
copias en casa en el papel.
A padres,
madres y abuelos se les hace asumir también el rol añadido de profesorado no-cualificado, lo que
envenena la vida familiar cotidiana en demasiadas ocasiones.
En muchas casas
hay verdaderos dramas en torno a los folios de los deberes, especialmente en
verano. Pero hay niño o niña que lo único que aprende es a estar horas y horas
ante el folio, aprendiendo a no hacer lo que le dicen que hay que hacer,
aumentando la tensión parental familiar y sacando de sus casillas al padre y/o
a la madre.
Por eso, es una
opinión profesional mía, los deberes escolares del verano tendrían que estar
prohibidos por ley. En verdad, no hay ninguna norma que les obligue a hacer los
deberes pero, al contrario, sí que la hay para que jueguen. Veamos como el derecho a jugar es uno de los derechos
fundamentales en la Declaración de los Derechos de la Infancia, un derecho tan
importante como el de comer, tener un nombre o tener una familia. Porque la
forma que tienen los niños de aprender a vivir es jugando.
PROGRAMA ALTERNATIVO DE DEBERES A CASA
En todo caso,
los deberes recomendados para el alumnado de Educación . Infantil y Primaria
tendrían que componerse, entre otras cosas, de:
- Excursiones con los padres, parientes y/o amigos para descubrir la geografía a ras de suelo y disfrutar de la Naturaleza.
- Horas de agua en la playa o a la piscina, para aprender a nadar, jugar y cansarse.
- Libros para repasar y/o leer, porque les vengan ganas de leer por placer.
- Cuentos contados, para aumentar su imaginación y buscar las historias en los libros.
- Historias familiares, para aprender a sentirse parte de una familia, que va más allá de los padres.
- Actividades extra: ver irse la luna, ver salir el solo, ir a un concierto de la Banda o una noche de Jazz, buscar y estudiar hormigueros o coleccionar hojas...
- Horas en la cocina de casa, para aprender a comer y a cocinar.
- Actividad física: deportes, paseos, bicicleta...
- Horas con las amigas y amigos, con juego libre, para aprender las relaciones y las actividades comunes.
- Tiempo lejos de los padres, para aprender la autonomía y que los padres se reencuentran como pareja.
- Ayudar en las actividades domésticas, para aprender responsabilidad.
- Colaborar en la compra diaria o semanal, para aprender economía y a sumar y restar...
¿EVALUADOS COMO PADRES? ¿POR QUIÉN?
Pero el padre
y/o la madre (que a veces también han discutido a causa de los deberes) se
sienten evaluados cuando el niño o la niña va a clase en septiembre con el fajo
de folios bien acabados y muestran los deberes que han hecho -mejor o peor, a
solas o en compañía- en casa. "¿Qué dirá
la maestra de nosotros como padres si no lleva todos los deberes hechos, y bien
hechos?"
Mientras tanto,
los niños y niñas no han tenido tiempo para aprender a vivir, a solas y en
compañía, a pensar, a emprender proyectos con las amistades, a proyectar
inventos, a leer libros por placer o a hacer como si se aburrieran. Y esto vale
tanto para los días y los fines de semana del curso como para las vacaciones
más o menos largas de todo el año.
La tarea
escolar se debe hacer en la escuela y la tiene que proponer y controlar el
profesorado; y hacerse de la manera que diga su Proyecto Curricular y Programación
de Aula –que tendrá que estar de acuerdo con el Proyecto Educativo de Centro-.
Y que pueden
hacer los padre y la madre con los deberes que ya tienen encima de la mesa,
todo julio y agosto? Simplemente, hacer como que se perdieran por la casa y
aparecieran, o no, el primer día de clase. Y, simplemente, decir que "Los
perdimos el primer día de las vacaciones, pero el niño ha aprendido mucho y se
lo ha pasado muy bien". Porque habrán puesto en práctica el
programa alternativo de deberes del verano a casa y los habrá aprovechado para
crecer como persona, que es el que importa, y habrá aprendido a vivir.
Eduard Hervàs Martínez
Psicòleg
@psicofamilia
Psicòleg
@psicofamilia
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