miércoles, 5 de octubre de 2011

APRENDER A ESPERAR, Y HACER PAN


Cuando era joven y vivía en la casa de mis padres, me dio una temporada por hacer pan: amasar, dejar que fermente, heñir, amasar los panecillos, hacer los cortes, llevar al horno... Como era, como mi madre sabía  y me enseñó entonces.

El otro día me compré una máquina de estas de hacer pan. No tiene demasiado ciencia: pones los ingredientes dentro de la cubeta, l'enchufas a la corriente eléctrica, das a tres botones y se programa para amasar y cocer a la hora que quieras. No tiene nada que ver con amasar el pan a mano, pero se hace pan. Está bueno. Es más limpio. Y, eso si, la cocina y parte de la casa huele a horno: al fermentar y al cocerse.

Para tener un huerto, también hay que esperar
Hacía tiempo, años, que deseaba tenerla; el otro día vino bien, estábamos en el supermercado y mi mujer y mi hija mayor me convencieron para comprarla. O me dieron permiso, no sé, pero la compré.

Tanto si se amasa a mano y se lleva al horno como si se hace a la máquina, el pan tiene un proceso que no puede romperse. Por mucha máquina o prisa que tengas, solo puedes avanzar unos minutos el pan, y no saldrá tan bueno. Porque es necesario que fermente, que vuelva a fermentar, que se cueza... Y eso son minutos sobre minutos.

Eso si, en lugar de máquina puedes comprar los panecillos congelados -como hacen en los bares y restaurantes- y ponerlos al horno. Unos minutos, si. Pero antes de congelarlos el proceso lo han tenido que hacer en la fábrica, los minutos deben haber pasado todos allá, no nos engañemos.

Esperar es una de las habilidades o costumbres que deben aprender las personas para optar a ser un poco más felices. Porque no se frustrarán al no tener enseguida lo que pasa por su mente deseosa. Y que conste que es una espècie de adicción: cuando más rápidamente consiguen lo que desean, más pronto desearán otra cosa y la querrán más pronto. Y más se frustrarán al no tenerla.

Ideas para no consumir tanto?
La sociedad de consumo nos pone frente a un maravilloso espejismo en 3D: “todo lo que puedes ver tienes derecho a tenerlo”. Es un espejismo, como aquel lago que dicen que los sedientos divisan por el desierto; que cuando más te acercas más lejos se va, sin desaparecer del todo. Una trampa muy tramposa, porque el deseo no satisfecho provoca frustración, y la frustración provoca agresión contra otra persona o contra uno mismo. Y la agresión puede ser violenta; suele serlo.

Como os decía antes, tenía ganas de tener una máquina de hacer pan, pero no era un gran deseo, ni pensaba que tenía el derecho de tenerla. Pasaron años y ahora la tengo y puedo hacer pan de cuando en cuando. Cuando se acabe el que hice la última vez que, como somos pocos en casa, quizá se haga un poco duro, o seco... Pero no por tener la máquina panificadora debo comer más pan, o tirar la mitad, ¿no?

Antes, cuando muchos de quienes somos ahora adultos y adultas éramos niños y niñas, las cosas, los regalos, los extraordinarios, venían un par deveces al año: por Reyes, por el cumpleaños y, quizá, en la Feria. Ahora, nuestros hijos y nietos tienen extraordinarios todos los días. Por lo que buscan aquello más extraordinario cada vez más pronto y más grande. Y en seguida lo dejan en un rincón -o en medio, para que lo retire la madre- para coger la última novedad que se le ha puesto delante.

¿Cuanto se han esperado estas aceitunas, año a año?
Es hora de acabar con este sinsentido, que lleva a muy poco de positivo en cuanto a la educación y el futuro de cada niño y niña, y hacerlos aprender a esperar, desde pequeños. Y a tener menos cosas. Aunque así estemos  pecando contra el Dios Consumo y sus adláteres vendedores. Porque cada vida es demasiado importando para dejarla en manos del marketing y de los especuladores. Especialmente, las vidas de quienes amamos  y queremos que crezcan a gusto y en paz.

Hoy no le diré en la máquina que haga pan, que aún queda. La ventaja es que podré esperar que se haga mientras duermo y, al levantarme, lo saco y le dejo enfriar sobre la rejilla, como dice a las instrucciones.

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