martes, 29 de enero de 2013

EL DEPORTE PARA EDUCAR, NO EDUCAR PARA EL DEPORTE


Según estudios realizados, las razones por las que los niños abandonan la práctica del deporte son, entre otros el conflicto de intereses entre las exigencias del deporte y otras actividades interesantes para ellos, la inconstancia propia de la edad por la que se apasionan temporalmente por una cosa y le olvidan después. Sin embargo, también, por el carácter demasiado serio del entrenamiento, por el lugar preponderante de la competición en el conjunto de la actividad deportiva, por las relaciones conflictivas con el entrenador y por no soportar la presión a que se le somete. Y aquello más lamentable es que, a veces, son los padres los que, sin quererlo, presionan a los hijos pequeños para que tengan que ganar y se obliguen a ser los mejores y se sientan muy mal si no pueden hacerlo.
Por todo esto, cuando se trata de deporte infantil, no se pueden marcar como objetivos el de educar para el deporte ni el de hacer deportistas de élite. Sino, al contrario hay que aprovechar el que tiene de positiva esta actividad para educar, y propiciar que los niños y niñas se formen como personas que, en un porcentaje muy alto, no llegarán a ser deportistas profesionales y que, como mucho, podrán seguir a lo largo de la vida utilizando el deporte para su distracción, favorecimiento de relaciones personales y mantenimiento de una forma física y mental.
Las madres y les paras tienen un papel muy importante en relación a la práctica del deporte de sus hijos e hijas, como responsables primeros que son de su educación. Como cada actividad de los pequeños, es necesario que los padres sepan qué es lo que pretenden facilitándoles a sus hijos la actividad deportiva, si quieren que sea un elemento más en su educación o que les complique la vida y dificulte su crecimiento como personas.
Si después de reflexionar se percatan que desean que el deporte ayude sus hijos en su educación física, emocional y de relaciones, deberán tratar de hablar con ellos cuando ganan y cuando pierden, cuando los ponen en el primer equipo y cuando los tienen sentados de suplentes, cuando marcan un gol o cuando no les han pasado el balón... E ir ensenñándoles la necesidad de ganar para saber perder y perder para saber ganar, y que aquello más importante no es ni ganar ni perder sino jugar y pasarlo bien. E ir dando herrajes personales para que aprendan a no sentirse humillados cuando pierden, fallan un tiro o se dejan marcar un gol; aceptar las decisiones del árbitro, aunque sean injustas porque el juego es el juego y tiene reglas; o sentir que el entrenador no los tiene tan bien considerados, o de igual manera, que se tienen ellos a ellos mismos... Y no solo hablar el padre o la madre sino ayudar a los pequeños a que cuenten lo que piensan y sienten en estas ocasiones, con la que cosa la actividad deportiva servirá para que aprendan a conocerse ellos mismos, y expresar sus sentimientos y sus emociones.
Teniendo en cuenta lol que he expuesto antes, la práctica del deporte de los niños y niñas les valdrá como un elemento positivo en su formación y crecimiento personal, siendo una parte más de su educación, que los ayudará a conseguir un estilo de vida saludable, una mejora en la motricidad, el aprendizaje del trabajo en equipo y de las relaciones interpersonales, el aumento de la motivación y la perseverancia, etc. Y, finalmente, sirviendo también como prevención individual y colectiva de muchos de los problemas que en los últimos años van surgiendo al llegar a la adolescencia o la juventud y que solo se pueden resolver de forma satisfactoria para la sociedad y las familias antes de que salgan, con la educación cotidiana de los más pequeños.

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