A estas alturas no se puede negar la
necesidad de potenciar y favorecer el derecho de niños, niñas y
adolescentes a participar en todos los ámbitos de su vida. Tenía
que ser por pura lógica, pero también porque lo dice la Convención
de los Derechos de la Infancia, ratificada por el Estado Español, y
la misma legislación
española en diferentes normativas.
Cuando hablamos y escuchamos sobre la
participación de niños y adolescentes nos debemos
referir a la necesidad de que den
su opinión en todos los ámbitos y en todas las cuestiones que les
incumben; desde la familia a la escuela y al municipio o a la
asociación deportiva. Está claro que la responsabilidad final sobre
la educación en casa, las decisiones en la escuela o los proyectos
municipales la tendrán los padres, el profesorado o los responsables
políticos, pero sin rehuir la consulta, la negociación y la gestión
de cuentas en cada nivel a los niños, niñas y adolescentes.
Es evidente que no deberá
hacerse igual con un niño o una niña de tres años o de quince,
porque su
responsabilidad personal no es la misma, ni cómo entienden el mundo,
cómo
expresan sus opiniones o se les
debe de
informar sobre la decisión tomada. Pero tanto a los tres años como
a los quince tienen cosas que
decir sobre
aquello que les
concierne y, además, cada proceso negociador o de toma de decisiones
es un escalón
en su aprendizaje como persona y en el ejercicio de sus derechos
ciudadanos.
Participar es un derecho que deben
ejercer al vivir cada momento y al
aprender a vivir para el futuro, en una dialéctica constante entre
asumir responsabilidades sobre la propia vida y el compromiso con la
colectividad. El aprendizaje de la participación de las personas
debe de
comenzar
desde el principio, desde pequeños
en casa, en la escuela, en la calle,
en
la falla, en el
club...
CONSEJOS DE INFANCIA Y OTRAS FORMAS DE PARTICIPACIÓN
Estuve en Mislata los pasados 20 y 21 de
mayo en el I
Encuentro de Consejos de Infancia de la CV, con responsables
políticos y sociales, consejeros y consejeras infantiles y técnicos
municipales o miembros de asociaciones encargadas de dinamizarlos.
Fue una experiencia interesante que me hizo poner la
vista esperanzade
en el futuro, desde un pasado bastante pobre aquí, en el País
Valenciano. Además de dignas excepciones, este no ha sido un
objetivo en los ayuntamientos además de –sí acaso-
utilizar a las
niñas y a los
niños como guirnaldas en
los actos municipales o floreros en
las mesas de la alcaldía.
Los Consejos de Infancia representados en
Mislata venían de Ayuntamientos que ya se toman más seriamente el
papel de niños y adolescentes en la vida local del presente y del
futuro. Hemos de
tener en cuenta que las niñas y los niños deben
vivir -y, a veces, sufrir- el presente, pero también el futuro que
se va creando desde las decisiones de cada día. Por eso, es
necesario que aprendan a decidir
sobre su futuro desde la vivencia del presente y en cada uno de los
ámbitos de su vida.

Si observamos cómo
se crean y desarrollan los Consejos de Infancia veremos que los
centros educativos suelen tener un papel importante. La
mayoría de niños y niñas del municipio suelen estar en
la escuela o el instituto, aunque también hay quienes
vienen
de otras
localidades y quienes
van a centros
de otros pueblos. Pero, además, el
hecho de realizar
las elecciones a consejeras y consejeros infantiles desde los centros
educativos y,
también, reunirlos en horarios
escolares, dentro el calendario escolar, hace que se mezclen
los objetivos, los ámbitos y las responsabilidades escolares y
municipales. Incluso, algunos
centros
asumen los representantes en el
consejo como sus representantes
y tratan los temas desde una visión, metodología y temática muy
escolar. Está claro que el centro
educativo debe
atender a las necesidades de participación del alumnado, sí, pero
como alumnado, en relación a la realidad educativa y ejerciendo los
derechos que como escolares tienen dentro y fuera del centro. Tiene
que haber –y hay- estructuras participativas en los centros
escolares: asambleas, delegados, consejos escolares y se han
de poner al alcance del alumnado
desde muy pequeños, en un aprendizaje de la participación y el
compromiso con el colectivo. Pero no tiene que confundirse la
participación en el
municipio con la participación en
el colegio o en
el instituto. Cada ámbito tiene
unas características, unas necesidades y unos objetivos, sin que
tengan que interferirse ni chocar
sino, bien al contrario, complementarse y aprovechar los
aprendizajes.
MECANISMOS PARTICIPATIVOS
Deben de ponerse
en marcha Consejos de Participación Infantil en cada pueblo, por
pequeño
que sea, encontrando el mejor modelo de funcionamiento que permita
que niños, niñas y adolescentes intervengan en los procesos de
decisión y colaboren
en
diseñar sus espacios,
las actividades dirigidas a ellas y a ellos y a reflexionar sobre sus
inquietudes y necesidades en un diálogo constante con la realidad
social que viven. Pero, como
he dicho arriba, no sólo con la creación de los Consejos
Municipales de Infancia se completa el mapa de la participación
infantil. Habrá que encontrar mecanismos participativos en todos los
ámbitos donde se mueven niños, niñas y adolescentes, ya
que no debería valer buscarles
las actividades más divertidas, las mejores soluciones a
sus problemas o cubrir sus necesidades sin pedirles
la opinión, negociar sobre sus intereses y responderles
siempre a sus propuestas, explicándoles
las razones de las decisiones. En Mislata, por ejemplo, había
representantes también del Consejo de Niños de la Ciudad
de las Artes y las Ciencias de Valencia.
Unos niños que aprenden
a participar serán unos jóvenes y unos adultos participativos y
comprometidos con el entorno y con la sociedad. Por eso, habrá que
facilitarles
el aprendizaje de la participación con unos adultos que deberán
tenerlo claro, saber
cómo
y sin miedo
a dar la voz a los más pequeños.
Al contrario, derberán
aprovecharse
de su inocencia, de su sabiduría, de su generosidad y de la
sencillez
de sus soluciones a viejos y nuevos problemas, antes de que estén
mediatizados
por otros intereses y maneras de vivir la vida desde planteamientos
adultos pero, a veces, poco adaptados a sus intereses reales.
Una
sociedad que dé la voz y haga caso a los pequeños es seguro que
será una sociedad más justa y al alcance de todas las personas
porque, ciertamente,
suelen tener menos prejuicios y estar más cerca de la realidad.
Eduard Hervàs Martínez
Psicólogo y tècnico de Infancia y Educación
Psicólogo y tècnico de Infancia y Educación
@psicofamilia
edhervas@cop.es
edhervas@cop.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario